Cabeza de turco, Editorial, Anagrama.
Reportaje de Gunter Wallraf.
El reportaje me pareció una gran exploración de lo que significa ser migrante y trabajador en nuestros tiempos, ya que no sólo se detiene en documentar exhaustivamente la superexplotación directa a la que es sometida la fuerza de trabajo mundial, también trata de explorar la cuestión cultural y otras formas de deterioro del sujeto social, como la contaminación a la que son expuestos dependiendo en la rama industrial a la que ingresen los obreros, deteriorando no sólo los espacios en los que laboran, sino su propia naturaleza.
Una de las cuestiones que me cautivo fue la transformación a la que se dio tarea el autor para realizar su proyecto, junto con la reflexión de lo que implicaba, ya que su salud y su vida estaban de antemano en la realización del reportaje; así también es de sorprender el hecho de que en caso del menor descuido el trabajo periodístico se venía abajo sin importar el tiempo empeñado en realizarlo, esto desde varias perspectivas deriva en que la voluntad del investigador se ve sometida a una severa prueba sin que su propia fuerza emocional lleve irremediablemente al fin del proyecto.
Me sorprende el trabajo de Wallraf, en el sentido de cuanto se tiene que escudriñar y someter cualquiera como sujeto para llegar hasta los últimos rincones y experimentar efectivamente la forma social tan violenta y mutiladora en la que caminan millones de personas -unos percibiéndolo más otros menos- en el desarrollo de los procesos fabriles actuales, creo que el ejercicio de despejar la verdad social empíricamente en la actualidad se ha vuelto una actividad muy peligrosa, sin embargo esperando coincidir con varias personas, este trabajo de campo en las aéreas del conocimiento científico, para conocer la realidad social de las personas que alimentan las industrias de hoy, es un ejemplo y una necesidad para sensibilizarnos , a la vez que es también una nueva forma de denuncia y de reactualización del conocimiento respecto de las formas de mutilación social a la que los dominados modernos nos vemos sometidos.
Creo que la forma tan riesgosa que opta por tomar Wallraf para su reportaje, responde más al grado de desarrollo de la modernidad capitalista que a su propia elección. Una particularidad que el reportaje capta increíblemente es el cinismo y la hipocresía histórica en la que vivimos y la que hace reflejar Wallraf en la Alemania que nos describe, los grados de insensibilidad son pasmosos, esto de entrada hace estallar la concepción que se tiene de que la degradación social extrema sólo se vive en zonas específicas tercermundistas del planeta, en el caso de Gunter respecto del lugar que hace su residencia, después de leer la descripción, no cabe duda que vivió en uno de los tantos slums –zonas urbanas hiperdegradadas-de la Alemania industrial desarrollada, pero ahondando en los personajes que finalmente son sujetos sociales la mayoría encubiertos, es destrozador ver que los trabajadores Turcos migrantes son sometidos a condiciones que muchas veces apenas y rayan en la supervivencia.
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