Creo que a pesar de la difusión que han intentado darle varios periodistas al problema de la pederastia y el abuso que encuentra varias formas sobre los menores de edad, los medios de comunicación predominantes en México no han dado a conocer la magnitud real de este problema.
Bajo varias perspectivas predominantes, uno puede ir escuchando las noticias prácticamente desde cualquier parte del territorio, sin efectuar realmente un ejercicio de comunicación-la información se asimila como sino digiriera uno nada, como con un vacío de importancia-, de repente se sueltan cadenas de información prácticamente atroces, una tras otra, que no hay tiempo para la reflexión; la insensibilidad es supervivencia en la actualidad, el digerir la realidad tal cual puede ser bastante pesado, aunque el no despejar los acontecimientos y encontrar la verdad, permite el conflicto de sacrificio permanente en la Historia, que para varios de nosotros pueden ser sólo acontecimientos, sin embargo en su momento se vivieron con emocionalidades destruidas, con cuerpos mutilados, con espacios hechos ruinas.
Lo descrito por SanJuana Martínez en el reportaje con el que consiguió el Premio Nacional de Periodismo en 2006 –Manto purpura-creo que rompe en gran medida con la pasividad de los seres humanos, después de leerlo, difícilmente uno puede quedarse callado o sin reflexionar, para mí el escrito me llevó a la conclusión de que la escala del problema del abuso sexual infantil clerical, rebasa varias dimensiones de destrucción de lo humano y que está al nivel de los peores holocaustos desatados por el Vaticano y la ideología católica.
De entrada, la investigación de SanJuana hace evidente el hecho de que con nosotros viven varios cientos de miles de niños que fueron y son abusados sexualmente, por lo que es lógico que existan adultos que sufren esta situación y que aprendieron a vivir con una emocionalidad arruinada. La mitad del libro es un glosario norteamericano de los clérigos que fueron acusados y juzgados por abuso sexual desde la mitad del siglo XX, creo que es lógico que este problema tenga una profundidad histórica inimaginable pero habría que acotar el hecho de que la figura política y económica predomínate de los últimos 30 años intensificó y expandió este cáncer, aunque SanJuana no intenta este abordaje, su reportaje es una pieza de la hecatombe a la que nos direcciona la élite más conservadora del planeta.
Para mí el trabajo de búsqueda de información nos confronta con una realidad decadente -las entrevistas de las víctimas-, en donde es pasmosa la evidencia y sobre todo la descripción de los acontecimientos, el poder estructural encarnado en los líderes de la civilización, una vez más a llegado demasiado lejos; pero es importante una particularidad de todo este proceso, la pasividad e ingenuidad de la parte afectada que encuentra cuerpo en un gran sector de la sociedad; el devenir de este acontecimiento lleva al limite el desear la existencia, la necesidad de una socialidad alternativa y más activa se hace urgente para millones de sujetos en el siglo XXI.
Finalmente, el libro no alcanza a explicar qué originó la práctica de tanta pederastia y abuso sexual de sacerdotes contra las mujeres –esta última situación explorada muy poco y que se cree que en su momento va a llegar igualmente muy lejos-, es más un reclamo de justicia, que ante las pruebas es incuestionable y cualquier solución institucional y económica parecería más bien mínima.
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